Hola amigos, hoy quería presentaros una pintura que hice hace muchos años, y a la que titulé Barco fantasma.
Al igual que Mónica, yo también he probado a lo largo de mi juventud diversas disciplinas artísticas aparte de la escritura. Aporreé un piano tratando de sacar los temas que escuchaba entonces, dibujé con bolígrafo, lápiz y carboncillo e incluso traté de esculpir trozos de madera con un cuchillo. Sin embargo, la perspectiva de los años ha dejado claro que ninguno de esos caminos era el mío.
Allá, por 1996, y aprovechando que tenía unos botes de pintura acrílica que se estaban secando en un cajón, probé algo nuevo y pinté un total de tres pequeños cuadros. Utilicé como lienzos trozos plastificados de unas cajas de cereales a los que apliqué una capa de imprimación, y me lancé a la aventura.
De aquellos tres cuadros sólo ha sobrevivido uno hasta nuestros días. Sé que regalé el segundo de ellos, pero la verdad es que no sé qué fue del tercero. Sólo puedo suponer que sigue perdido entre otros muchos papeles, entre las páginas de algún libro… o que se metió con el fajo de documentos equivocado y acabó por error en algún contenedor de basura.
En cuanto al primero que pinté; el del Barco Fantasma, mis padres se encargaron de mantenerlo a salvo durante veinticinco años.
A diferencia de las docenas de dibujos e ilustraciones que tengo guardados (y que jamás mostraré, porque harían enrojecer de vergüenza a un niño de cuatro años), este cuadro no me quedó demasiado mal, ¿no creéis?
No quiero agenciarme todo el mérito del cuadro. Lo pinté fijándome en una ilustración perteneciente a un viejo álbum de imágenes de fantasía que tenía. Por desgracia, no recuerdo el artista original y aquel álbum se perdió hace tiempo. Si alguien sabe de quién se puede tratar, que lo diga en los comentarios para poder mencionarlo en la entrada.
Un saludo a todos:
David Espada