El secreto es la música

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Reflexión

El secreto es la música. Reflexión:

El que me conoce bien sabe que soy una persona de carácter amable y risueño. Soy lo que se dice en el sur “unas castañuelas”. Así que me resulta de lo más natural crear personajes blancos, casi prototípicos, donde el héroe es genial, amable, lleno de virtudes y sigue un camino intachable. Creo que todos los escritores hemos pasado por etapas así, sobre todo en el inicio. Algunos se acercan tanto a tu personalidad que incluso tienen tu misma profesión. Léase: #traslapuertasecreta

Pero entonces un día te pasa algo y no te das ni cuenta.

⚔️Te hartas de prototipos, gente perfecta y dejas de buscar un personaje que a todo el mundo le caiga bien. Lo haces como realmente te da la gana a ti y lo metes en todos los apuros que se te ocurren, como retándolo a que sea capaz de salir. 

En Las lágrimas de kaiu, al primer personaje blanco que se me ocurrió lo maté en la primera línea. 

Todos sabéis de quién hablo, la hermana de la protagonista. Y me quedé con Tae’sha; más seria, de mirada fija y a la que le costaba un mundo sonreir.

Entonces te vas planteando retos, vas saliendo de tu zona de confort y te metes en el lado oscuro. O en el Filo Negro 🗡 en mi caso. Adquieres personalidades cuestionables, más grises, menos perfectas y paseas por la cuerda floja con ellos. Exploras el lado oscuro de tu propia personalidad, ni más ni menos. Y entonces surgen  Illia, Kardán, Sethed, Serehod… y toda una gama de dekyrianos con intenciones muy aviesas.

Un día eres un gorgim, y al otro Thargame subiendo por una colina… Un día eres agnóstica y al otro eres una creyente fanática de Kaiu.

Esto no es fácil. Y sin embargo es de las experiencias más satisfactorias a las que, como escritora, me he enfrentado.

Os diré que hay algo que me ayuda a cambiar mi estado de ánimo y a encarnar esos personajes:

🎶 La música.

⚔️ “The song of the sword-dancer” es una de esas canciones que hace que me transforme. Combatí a las Moiras en el witcher 3 con Geralt de Rivia, y desde entonces, cuando Kardán desenfunda un arma me veo inmersa en un baile de espadas con una facilidad pasmosa. 

Puedo embeberme en el combate durante dos o tres páginas y apenas lo contengo si no es para recordarle que no puede lanzar un “Aard” y que aún le quedan por comer muchos yogures para llegar a la suela de los zapatos de Geralt. Entonces enfunda la espada, me mira de manera hosca (ya sabéis cómo es) y se marcha contestándome con una de sus breves frases susurrantes.  

En fin, que no sé por qué, pero quería compartir esto con vosotros. Y ahora que ya sabéis con quién estoy, me marcho. No vaya a ser que el muchacho pierda la paciencia…

P.D Mi versión preferida es “The song of the Sword-dancer” extended, de tres horas. A veces le doy al repit.

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