El ser humano nunca deja de sorprenderme.
Lo que hace, lo que dice o cómo lo dice, ¿Es su opinión de verdad, o sólo está repitiendo las ideas que la educación le ha inculcado? ¿Cómo podemos saber si aquello que acabamos de decir es realmente nuestro, y no un eco de un argumento que alguien (padre, madre, profesor, pareja, documental de televisión…) soltó en el pasado y nosotros hicimos nuestro.
La respuesta rápida es que no se puede. Sin embargo, este es un tema apasionante que me ronda por la cabeza desde hace mucho tiempo. Con esta reflexión me gustaría dar inicio a una nueva sección de artículos en nuestra página web, orientados a diseccionar estas incongruencias en nuestro comportamiento que tenemos los seres humanos y que nos hacen únicos.
Los Senderos Invisibles
Un sendero es una ruta que elegimos tomar. Conducimos por la A2 para ir de Madrid a Zaragoza, o caminamos por callejón de la derecha para llegar antes a nuestro supermercado favorito.
¿Pero qué ocurre cuando no somos conscientes de estar caminando un sendero? ¿Cuando tomamos una decisión sin saber siquiera que la hemos tomado? Nuestra vida está llena de estos caminos secretos. Lo que comemos, la música que nos gusta, los libros que elegimos leer, las series o películas que nos atrapan, el quipo al que apoyamos, el ocio que decidimos disfrutar y hasta si nos cae mal alguien a quien acabamos de conocer. ¿Cuántas de estas cosas nacen realmente de nuestra voluntad y no de algo distinto?
Los Senderos Invisibles son un intento de poner al descubierto todos esos campos de fuerza invisibles e indetectables que ni siquiera sabemos que están ahí, pero que nos encauzan, como si de diques de hormigón se tratara, a la hora de tomar cada pequeña decisión de nuestras vidas.
Llegado a este punto, debo decir que no soy un erudito en la materia. No soy psicólogo ni antropólogo (La psicóloga es mi mujer, y ya se encargará de canearme si meto mucho la pata) pero soy observador y tiendo a cuestionarme y preguntarme todo.
Os invito a acompañarme y recorrer juntos este camino.
Bienvenidos a los senderos invisibles.
David Espada.